Los duendes de las estadísticas de WordPress.com prepararon un informe sobre el año 2014 de este blog.
Aquí hay un extracto:
Un teleférico de San Francisco puede contener 60 personas. Este blog fue visto por 1.900 veces en 2014. Si el blog fue un teleférico, se necesitarían alrededor de 32 viajes para llevar tantas personas.
El deporte actualmente y desde hace ya bastantes años tiene una gran relevancia en nuestra sociedad. El protagonismo social que tiene la actividad deportiva va creciendo día con día, ya que la mayoría de la gente sin importar el estrato social o condición puede identificarse con algún deporte y seguirlo, por lo cual el ámbito deportivo se ha vuelto cada vez más popular y a la vez competitivo ya que al ser uno de los focos de más atención en el mundo, los nuevos atletas se ven sometidos a una gran presión ya que deben de estar constantemente superando su desempeño mientras superan dificultades personales, económicas, familiares como cualquier otra persona.
Debido a esta exigencia de un mejor desempeño ha nacido una gran necesidad de nuevos profesionales enfocados en la mejora del desempeño de los atletas, si le preguntáramos a un atleta de hace 50 años con que profesional trabajaba en su carrera deportiva, la mayoría nos diría que solo un entrenador, sin embargo en el ámbito actual el entrenador no es suficiente y en los casos de los deportistas de elite están involucrados equipos interdisciplinarios que incluyen por lo menos un nutriólogo, un psicólogo, un preparador físico y por supuesto al entrenador.
Pero hablando específicamente del caso del psicólogo la importancia de su rol se fue desarrollando poco a poco con el tiempo, si bien casi desde que se creó el deporte los entrenadores han trabajado de manera general y talvez sin la conciencia de estar haciéndolo en aspectos psicológicos recomendándoles a los atletas actitudes para los entrenamientos y las competiciones de manera muy general, sin embargo existen diversos experimentos que han comprobado la relación de la mente con el desempeño deportivo por poner un ejemplo, el instituto británico del deporte realizo una investigación en la cual les pidió a los sujetos que dieran su máximo esfuerzo mientras pedaleaban en una bicicleta estacionaria durante 10 minutos, mientras que en una segunda fase se les dio la misma indicación sin embargo se utilizaron unos relojes alterados, para que el tiempo transcurriera más lento y debido a esto los participantes pudieron mantener el mismo nivel de intensidad simplemente por engañar a su mente.
Lo cual nos deja como conclusión que al entrenar el aspecto mental de los deportistas pudiéramos incrementar o perfeccionar su rendimiento, y es ahí donde entra el rol del psicólogo deportivo en el equipo interdisciplinario, brindándole a los deportistas herramientas de autocontrol y manejo de emociones, apoyo en sus relaciones interpersonales más relevantes (Familia, amigos, entrenadores, staff) ya que mientras los deportistas sigan siendo 
humanos la calidad y los problemas en sus relaciones seguirán afectando su desempeño, también se les brinda apoyo para ayudarles a reestructurar la manera en la que ellos interpretan las situaciones difíciles como lo pueden ser las derrotas, perdidas y demás, y también se les entrena en herramientas de concentración, motivación, visualización y otras útiles herramientas, entonces todos los deportistas pueden beneficiarse de alguna manera en incluir en su preparación el complemento insustituible del trabajo psicológico, entendiendo que este no suple sino más bien complementa el entrenamiento físico, técnico y estratégico.
Escrito por Yvo Arias García.
Diciembre 2015.
“Cuando intentas ganar, pierdes, cuando intentas mejorar ganas”
Anonimo
Paseo De Los Leones #647, Col. Mitras Centro, Monterrey, Nuevo Leon 64420 Monterrey Teléfono:2048 0421 y/o Correo electrónico:solutions.psych@gmail.com
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Simbolizamos las emociones con una representación del corazón, pero los mecanismos básicos que regulan las emociones se encuentran en el cerebro, y en el caso de las emociones no en el cerebro cognitivo o racional sino en el cerebro emocional.
Pero entre ambos cerebros existen diversas y complejas conexiones de ida y vuelta, nuestro componente emocional es el primero que nos alerta de que algo está sucediendo, después entra en juego nuestro componente racional que nos ayuda a valorar y evaluar toda la información que tenemos y al final nuestro componente emocional nos ayuda a tomar una decisión.
Si únicamente nos guiáramos de las emociones estaríamos a merced de una tormenta de sentimientos sin control y si sólo nos guiáramos por la razón nunca podríamos llegar a tomar decisiones.
Cuando navegamos por Internet en muchas ocasiones nos encontramos con personas que piden consejo sobre sus relaciones de pareja, describen situaciones de engaño, celos, menosprecio, descalificaciones o desinterés, expresan ¡No quiero sufrir más! ¡Me siento mal!… y luego terminan diciendo “la cabeza me dice que rompa la relación y el corazón me dice que le amo, que le quiero” ¿Qué debo hacer?
Estas personas reflejan que no son capaces de renunciar a esa relación y se 
aferran a relaciones insanas, esperando un milagro que haga cambiar la situación. Por lo general tienen una falsa creencia e idealizan lo que es una relación de pareja, piensan que mantener una relación de pareja es sacrificio, aguante, renuncia de nuestros valores y proyectos de vida individuales por amor a la otra persona, sino eres un egoísta, y mientras tanto cuanto más aceptan estas situaciones que hieren y humillan, más queda mermada la autoestima de la persona y más difícil es salir de la situación.
Pero en el amor no todo vale y hay que aprender a poner límites, el amor saludable está en un punto medio entre la razón y el corazón, una relación merece la pena vivirla cuando es sana y priman los buenos momentos sobre los malos y te sientes querido, respetado y valorado por la otra parte.
El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es. – Jorge Bucay
Escrito por Lic. Israel Molina
Noviembre 2015.
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Sin duda un tema que ha sido foco de polémica y escándalo en nuestros días
Pudiéramos definir al fenómeno transgénero como «La no identificación con, o no presentación como, el género que nos fue asignado al nacer.»
Si yo tengo caracteres masculinos y no me identifico como hombre o soy mujer y me siento atrapada en un cuerpo equívoco, debería de tener la libertad para decidir qué hacer con mi cuerpo.
Pero ¿qué pasa cuando hablamos de niños tránsgenero? Niños de edades entre 3 y 6 años que expresan su inconformidad en cuanto a su cuerpo y el rol sexual que les fue asignado.
Tener 4 o 5 años deseando tener otro cuerpo, añorando ser tratado por la sociedad de un modo distinto.
“Esto es un fenómeno nuevo y nunca antes se había suscitado en un niño”.
¿Será cierto?
En una sociedad que avanza a pasos agigantados hacia un “lo puedo todo”, “lo quiero, lo tengo”, si quiero más obtengo más y en el instante que lo deseo”. Donde nuestro anhelo predilecto es el “no tener límites”.
Cada día es más frecuente escuchar de un padre un “mi hijo puede ser lo que él quiera”, “no lo voy a privar de su libertad”, “quiero que tenga todo lo que yo no tuve”.
Estas son frases muy alentadoras, pero debemos de tener cuidado con la lectura que les damos.
La labor paterna es un enigma difícil de resolver, pues siempre se reinventa, está en constante movimiento. ¿Cómo saber qué hacer si los tiempos ya no son los mismos en los que yo fui niño?
No hay fórmula para ser padre, pero si funciones que le corresponden.
Y uno de éstos es la de marcar la “ley de a castración” en los niños, es decir, establecer límites, y aprender a decirles “no”. “No puedes hacer todo lo que quieres”, “no puedes comprar todo lo que quieras”, “no vas a tener todo lo que quieras a la hora que quieras”.
“No puedes hacer estas cosas, debes de seguir una ley, así como yo tampoco las puedo y tambi
én sigo una”.
Volviendo a la temática de los niños transgénero, antes de preguntarnos si deberíamos de alentar o no a que los niños sean transgenero deberíamos de cuestionarnos, ¿qué estamos haciendo nosotros
como padres para generar tal confusión de identidad sexual en nuestros hijos?
Si los estamos instruyendo correctamente a tener límites. Y si deberíamos de dejarles decidir por sí solos una cuestión que terminamos de definir en ocasiones hasta nuestra adolescencia o adultez.
Escrito por Lic. Patricio Luna
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